Trasnochar

•junio 14, 2022 • Deja un comentario

Qué es la noche, sino el inicio del día. Que el preámbulo de algo que no se puede evitar, aunque se le combata con insomnio. Son sus crías, unos amaneceres chorreando de fatiga, de gente con sueño yendo y moviéndose con frenesí entre coches y banquetas. ¿De qué sirve está noche sin un propósito (sin ti)? Deberíamos de agradecer que por acá la noche dura lo suficiente para poder embriagarse y pasearse entre ella. Deberíamos de ser todos seres nocturnos, pálidos y (así) felices como ningún otro ser.

Madrugada

•junio 13, 2022 • Deja un comentario

Esta noche el mundo respira suave y pausado. Se puede sentir su latir, y el tierno bostezo que escapa de sus agitadas ciudades. Todo es quietud y sinceridad de noche. Todos los colores de lo humano se apagan y se encienden en una danza, que parece nos guía por llamativos encantos y bienvenidas engañosas.

Sin condición

•junio 13, 2022 • Deja un comentario

El amor puede existir aún
estando en la ruina. Aún cuando nos
sentimos inútiles o torpes. El amor
es algo que no podemos elegir, pasa
y nos atormenta en cada caricia;
en cada ilusión con el otro.

Cuando amamos, lo hacemos siempre
entre dudas. Dudamos si estará
pensando en nosotros. Dudamos,
sobre si es correcto.
Y hasta dudamos de nosotros mismos.

Nunca existirá un buen
momento para estarlo. Y pues,
quien quisiera sentirse estable,
cuando el amor nos hiere de forma
tan apasionada con todas sus
invitaciones. Cuando uno sabe
que es deliciosos caer y caer,
y terminar en los brazos de
ese vacío.

Y si aunque fuera por un segundo,
ese solo segundo nos haría frágiles,
nos rompería en tantas cosas; en muchas
sonrisas. Y si la suerte es mucha, y
se convierte en una vida, qué vida
tan dulce para sufrirla.

No podemos desear estar bien
al enamorarnos. No dejemos que el
amor se vuelva una agenda llena de
tantas tareas y citas vacías.
Hagámoslo nuestro; de nosotros y nada
más. Agotémonos en él. Hasta que no
quedé nada de nosotros.

Somos solo cuerpos

•junio 7, 2022 • Deja un comentario

Que producen lagrimas y pucheros
cuando se les excitan los recuerdos
con las anécdotas mal formadas.

Que están en constante negación
de su muerte, y aún más de su vida.
Que se engañan, cuando inertes
en el sueño, se rinden y roncan sus penas.

Que cuando son amados, terminan
destruyéndolo todo. Aniquilando
cada parte de sí mismos, dándole paso
a huecos por donde crecen los rencores.

Corpóreos por gusto, que cuentan con
un alma por defecto. Que les fue heredada
de mala gana y sin consentimiento.

Que andan noches completas en vela,
haciendo invitaciones indecentes a los
demás, por medio de danzas sincronizadas y
mantenidas con cuidado.

Tratando de descifrarse
en las carnes estrujadas y en los sudores
embriagantes de otros.

Que dan fe de su existencia, por el
solo hecho estar sufriendo.
Que piensan, y forman ideas que marchan,
pasean, chocan y tropiezan entre sí.
Haciendo de ello lo humano: algo que no
perece o fallece, que se reproduce y no se
agota jamás.

Amarillo

•junio 6, 2022 • Deja un comentario

De ser posible siempre hay que
buscar lo amargo. Estar en la constante búsqueda de esa sensación que vibra; que empieza desde la punta de la lengua, y que la entume cuando va bajando por la garganta. 

Pues este, es un sabor de resistencias propias, que dirige de manera precisa a papilas y expectativas por igual.

Las mueve de un lado a otro, 
reordenándolas pero siempre cuidando, que terminen en donde empezaron. 

Lo amargo es el color amarillo.
Lo es, cuando se muestra como 
un amanecer y busca abarcar todo con sus puntas afiladas.
Cuando encandila, y sacia el apetito del alma. 

El amarillo es el color más invasivo de todos, pues hace que los demás colores cumplan sus necias demandas. 

Así mismo lo hace lo amargo. Pues da vida con su negligencia a todos los demás sosos y predicibles sabores en la vida.

¿De qué color son las cosas cuando no las vemos?

•junio 6, 2022 • Deja un comentario

¿Se convertirán en neutros o brillos?
Quizá les empiecen a salir pelusitas.
Y luzcan aterciopeladas entre más tardamos
en voltear a verlas.

Creo que muchas se convierten en otras cosas.

En cosas que nunca pensaríamos que pueden ser.

Por ejemplo, tal vez las almohadas se vuelvan gallinas mientras dormimos, y por eso pican y hay que voltearlas.

De igual manera, muchas de las personas
a las que llevamos mucho sin ver,
comparten el mismo destino que las cosas.
Y no es solo que les crezcan pelitos,
pues eso es un hecho que está por demás confirmado.

Sino que, quizás cambien sus los colores y en ocasiones
sus formas. Si veo posible que las personas
cambien de color cuando no son vistas.
Y más allá de su ropa o el efecto de la melanina en su piel,
me refiero al prisma en que se convierten al ser ignorados.

Me doy cuenta de la existencia de esos cambios,
pues vuelven a nosotros engañosos y difusos,
como si por un esfuerzo regresaran a su tono,
al que estaban antes de que se distanciaran de uno.
Pero claro, uno puede reconocer el cambio y las gamas de colores que han adoptado en nuestra ausencia.

Quiero pensar que a mí me pasa igual, y es por eso
que afirmo que cada cosa y persona cambia apenas deja de
ser visto. Yo por ejemplo, me mimetizo. A tal punto que
desaparezco de todo contexto. Y ahí, es cuando aprovecho
y transcurro ciego entre todos, sintiendo el cambio
que sufren los demás, sin que sepa del todo que les ocurre.

Me gusta creer esto, tanto que he pensado en ignorar
de forma deliberada a ciertos objetos y personas.
Espero que no lo noten, que empecen a cambiar
cuando lo haga. Y sea entonces, que de reojo alcance
a ver esa cascada de brillos, de matrices y formas que proyectan.

Espero me sea efectivo este método, pues sé a ciencia
cierta que la gente es reservada cuando pasan por dicho estado.
Hacen hasta lo imposible para que nunca lo notemos,
y hasta el solo hecho de sospechar que alguien los vigila,
puede provocar que la próxima vez que estén en solos,
sus colores sean más prudentes, por lo tanto comunes y
casi idénticos a los que tienen cuando son vistos.

Obsesión

•junio 5, 2022 • Deja un comentario

Como el río que corre y no tiene un fin. La obsesión nos lleva y arrastra.

Nos mantiene despiertos a las 4 de la mañana, buscando una polilla en cada esquina y bolsillo de nuestra ropa.

Es la espera hecha agonía, el aguardar para estallar en silencio.
Son las palabras que repetimos con las manos y los pies que no paran.

Estamos parados, acostados y sentados, todo al mismo tiempo. Nos pensamos astutos y tenemos tantas soluciones, tantas causas y efectos desenterrados.

Somo como la maleza que persiste, que se se arranca y continúa creciendo.

Nos vemos cara a cara con la duda, nos citamos con ella en las tardes ,a las 8, a las 10 y cada minuto que le sigue al día.

Amanecemos igual que como nos dormimos hechos nudo y remolino. Con la boca lacerada y seca, los ojos como vidrio y las manos irreconocibles.

Tomamos la mano de la repetición, de la mania, al ejercicio idiota que somos. Nos hacemos nada, no podemos hacer más, estamos clavados a esa banqueta, a esa frase, a ese momento, a ese placer que carcome.

Presencia

•junio 4, 2022 • Deja un comentario

Soy la lluvia,
el amanecer,
la lágrima.

El camino que cruza y
va por todos lados.

La penumbra que no vemos,
y está siempre detrás.

Las cosas y los actos vueltos personas.

Una casa vacía

las cosas guardadas

la llave que gotea.

Para ti soy todo.

Lo que ocurre

sin darnos cuenta.

La lluvia,


el amanecer,


la lagrima… la lagrima.

Sin título 20

•enero 4, 2020 • Deja un comentario
Me gustan las noches
cuando son tersas,
pues puedo acariciarlas
por horas y sentir sus
palpitaciones.

Y así, logró recorrer
mis dedos a través de ellas.

Alcanzó entonces, a descifrar
erotismos ocultos, desempolvarlos
y presentarlos como nuevas
tentativas, que se vuelven
totalmente imprudentes a penas
son ofrecidas..

Estoy seguro que cuando la realidad
se sostiene de la monotonía de

nuestras vidas, va siendo
cada vez más incrédula y fútil  .
Perdemos el sentido común, cuando
comenzamos a olvidar a los que
no cumplen con nuestras demandas.

Por eso, hay que ser más fieros
cuando nos entregamos al sudor
y a pudor del ajeno en cada noche

que se presenten los encuentros.
Por ello se tiene que ser menos
serio cuando las carnes pierden
su firmeza. Y sobretodo hay que
empezar a olvidar las despedidas,
cuando el pecho solo sabe ya
una melodía… la de su nombre.

Nunca haga caso a lo que se dice.

•May 22, 2018 • Deja un comentario

Si alguien cree, que lo que dice
es cierto, buscará que todos bailen
su vals, y si no fuese así, el muy
loco se arrancaría la lengua
para olvidar sus disculpas.

Mejor ser cómo Fernando. Él nunca
falta al trabajo, sólo si es su día
de descanso, o si de noche no
durmió nada, por estar cazando
al gato del vecino; ya que ese
animal nunca se deja agarrar.

Intentaba recordar algo que
mencionaste el sábado, ya cuando
acabábamos de comer y la tele
nos parecía un postre. La verdad no
fue lo qué dijiste, sino el tono y la
manera en la que tus labios se
coordinaron para obedecer a un
orden superior al de las
palabras.

Pero cuando deje de intentar
recordarlo, pensaré en nuevas
formas para intentar que vengas de nuevo el próximo sábado. Y así recrear las condiciones de ese encuentro, en las que tus desvelos y mis ideales sobre guerra, vuelvan
a congeniar.

Logrando con eso, que intentes
bostezar, mientras hablo y te miro
sin razón alguna. Será ahí, cuando
me dé cuenta que te quieres ir.
Y me ponga frenético por juntar las
migajas que quedan en tu plato, y
las coloque todas en una bolsita
para que te las puedas llevar.

Pero mientras eso no ocurra,
seguiré yendo a la plaza adonde
venden flores. Con ellas adornare
un patio. Esperando visitas (que nunca llegarán) para presumirles
el encanto de ese mar de olores y
colores. Pero, sólo yo sabré que es una ilusión.

Una que valdrá la pena, y qué seguiré haciendo cada tercer día,
siempre y cuando haya colibríes
confundidos revoloteando todas las tardes en mi casa.